LA EXPANSIÓN BIZANTINA Y MUSULMANA
A mediados del siglo VI, durante el reinado de Justiniano, el Imperio
Bizantino comienza su gran expansión por el Mediterráneo. Así, pasará a
controlar las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, algunas grandes
regiones de Italia y el antiguo reino germánico vándalo en el norte de Africa. En
la península Ibérica, la expansión bizantina le lleva a asentarse en las
Baleares y una amplia franja en el sur. Además de los bizantinos, en
Europa otros pueblos dominan grandes territorios, como los ostrogodos,
asentados en Italia, o los francos, en Francia y parte de Centroeuropa.
En la Península Ibérica, el reino de los suevos se ubica en el noroeste,
mientras el Reino Visigodo de Toledo resiste la amenaza bizantina. Este
panorama cambiará dos siglos más tarde. La expansión
musulmana desde Arabia consigue reducir de manera considerable la
extensión del Imperio bizantino, mientras que, en la Península Ibérica,
los reinos suevo y visigodo han desaparecido, quedando
sólo algunos reductos cristianos en el área norte. Como contrapeso a la
expansión islámica, un nuevo poder comienza a surgir en este momento, el Reino Franco de Carlomagno. Este conseguirá ampliar sus dominios
anteriores y expandirse por el Europa oriental e Italia, creando a lo
largo de los Pirineos la Marca Hispánica, un área defensiva contra el
empuje musulmán.
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